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martes, 12 de noviembre de 2013

Imperio Azteca



Imperio Azteca

Extensión del Imperio Azteca
El imperio Azteca uno de los más grandiosos imperios mesoamericanos que solo fue fraguado en 200 años. Conocidos también como “Mexicas” fue un pueblo guerrero y expansionista que llegó a crecer vertiginosamente en un corto tiempo. La religión para los aztecas resultaba de gran importancia, eran politeístas, lo que significa que creían en muchos dioses y éstos estaban divididos en dos: los dioses del cielo y de la tierra. Los primeros eran los más antiguos y  entre ellos encontramos los siguientes:

Huitzilopochtli: principal deidad de los aztecas, dios del sol y de la guerra. El conquistador del medio día. protector y guía de los aztecas en su migración.
Tezcatlipoca: hacedor de todas las cosas. Señor del cielo y de la tierra, dios del cielo nocturno y protector de los jóvenes guerreros.
Quetzalcóatl: dios del viento y de la fertilidad, “la serpiente emplumada”, de origen teotihuacano. Estaba vinculado al planeta Venus, estrella de la tarde y al mundo de los muertos. Es considerado el dios principal del panteón prehispánico.
Otontecuhtli o Xiuhtecuhtli: dios del fuego y el más anciano de los dioses aztecas.
Ehecatl: dios del viento.
Coyolxahuqui: diosa de la luna, desmembrada por Huitzilopochtli de quien era hermana.
En las divinidades terrestres encontramos:
Tlazolteotl: diosa del amor y la lujuria.
Tláloc: dios tolteca de la lluvia, trueno y rayo que fue adoptado por los aztecas. 
Chalchiutlicue: esposa de Tláloc, tenía poder sobre las aguas.
Xipe Totec: señor de la primavera, la fertilidad y protector de los orfebres.

 
         Los templos en los cuales les rendían tributo a los dioses eran innumerables y se ubicaban en lo alto de las gigantescas pirámides de piedra que dominaban las ciudades. Los más importantes son los de Huitzilpochtli (Dios del sol) y de Tláloc (Dios de la lluvia), éstos eran divinidades exigentes y crueles que solo se muestran benévolas a cambio de sacrificios humanos reiterados, donde les arrancaban los corazones a los sacrificados y luego eran desmembrados.
Otro de los dioses que desempeña un papel fundamental  en la historia de los aztecas es Quetzalcoatl (serpiente emplumada), quien según la tradición había sido desterrado por el dios de la guerra y había de reaparecer para reconquistar su reino, lo que es importante destacar es que este dios no era descrito como los indígenas de piel morena, sino de piel clara y con barba.

Sin embargo otras ideas surgen de la creación del mundo por parte de los aztecas, ya que  de acuerdo con la leyenda de los cinco soles, los hombres y las cosas no fueron creados una sola vez. Los dioses experimentaron varias ocasiones a fin de dar vida a diversas humanidades encabezadas por un sol, representante de la propia divinidad creadora, que, por diferentes motivos, fueron destruidas.
El primero en intentar poblar el mundo fue Tezcatlipoca, el sol tigre, quien dio forma a unos gigantes que desconocían la agricultura. Su comportamiento irritó tanto a Tezcatlipoca, que transformado en tigre se los comió.
Quetzalcóatl, el sol viento, decidió repoblar el mundo. Hastiado de la altivez y mal agradecimiento de sus creaturas, envió una gran tormenta que barrió con casi todos ellos, los que se salvaron quedaron convertidos en monos.
Tlátoc, el sol de la lluvia, volvió a intentar la fundación, pero nuevamente los hombres se condujeron de mala manera. Una lluvia de fuego los consumió. Hubo sobrevivientes bajo la forma de pájaros y mariposas.
Chalchiuhtlicue, el sol del agua, creó la cuarta humanidad. Un diluvio los tornó en peces. Sólo una pareja, refugiada en lo alto de un enorme ciprés, escapó al castigo, pero Tezcatlipoca los transformó en perros.
Quetzalcóatl fue el último creador. Bajó al mundo de las tinieblas, el mictlán, para robarse los huesos de los antiguos muertos. La mujer serpiente, Cihuacóatl, los molió y las otras deidades aportaron su sangre para confeccionar una masa con la que se moldeó el género humano. Ello ocurrió en Teotihuacán, la inmensa ciudad que en la época azteca se encontraba en ruinas. Allí, también, dos dioses se arrojaron al fuego para dar vida al sol y a la luna. Las demás divinidades tuvieron que darles sangre para que se movieran. Así, de este sacrificio colectivo de las deidades se forjó la humanidad náhuatl, de la cual los aztecas eran sus últimos representantes. A ella Quetzalcóatl le regaló el maíz y le enseñó las artes que les permitieron vivir de un modo completamente distinto al de sus antecesores. Tezcatlipoca, por su parte les entregó el fuego.
El nacimiento y destrucción de sucesivas humanidades forjó entre los aztecas un sentido cíclico de la historia, creyendo que los acontecimientos volvían a repetirse transcurrido un determinado lapso. Ello se refleja muy bien en las vacilantes actitudes de Moctezuma II, el monarca que vivía aterrado ante la posibilidad de que el sol de la quinta humanidad estuviese llegando a su fin, como parecía anunciarlo la serie de catástrofes recaídas sobre Tenochtitlán poco antes del desembarco hispano en Veracruz.
Los aztecas consideraban dos aspectos como los más honorables en su cultura: la primera de ellas caer en una guerra o ser un sacrificio, ya que de esta manera se continuaba el círculo de la vida humana, animal y vegetal, es por ello que mucha de su poesía trata de glorificar a los múltiples dioses de la religión porque la adoración  de los mismos era importante y de hecho los sacerdotes ocupaban un lugar muy alto en esta sociedad.
Para ellos, habían existido cuatro períodos o soles, en las cuales hubo humanidades anteriores a la propia, las cuales fueron destruidas de forma catastrófica por acción de algunas divinidades, estas son:
1-      La época más antigua era conocida como “4 jaguar” y terminó al ser destruida la humanidad por jaguares.
2-      La segunda era se llamó “4 viento” y terminó cuando Quetzalcóatl arrasó el mundo y convirtió a los hombres en monos.
3-       El tercer sol se llamó “4 lluvia” y finalizó cuando Tláloc, dios del trueno, aniquiló a los hombres con una lluvia de fuego.
4-       El último período, el cuarto sol, se conoce como “4 agua” y tuvo su fin con una gran inundación, a la cual sobrevivió solo un hombre y una mujer.
La era en la cual se encontraban los aztecas a la llegada de los españoles se denominaba “4 temblor” de la tierra y sucumbiría durante un inmenso terremoto, en el cual unos monstruos llegados del occidente matarían a los humanos.
Entre los ritos más importantes destacan los sacrificios humanos, pues en la creencia azteca, el sol y la luna (del quinto período) fueron creados por el sacrificio de dos dioses, quienes fueron arrojados a una fogata encendida en la antigua ciudad de Teotihuacán, de la cual salieron convertidos en sol y luna. Por esta razón, los aztecas sentían la obligación de pagar a los dioses por su sacrificio, entregándoles su alimento “el cuerpo y sangre humana” para vencer la oscuridad. La sangre empleada en la creación volvía, así, hacia los creadores. Los sacrificios cumplían, además, otra importante función: dotar de carne a una población que no disponía de suficientes proteínas animales. Los cronistas afirman que el cadáver del sacrificado era entregado a la familia del guerrero que lo había apresado. El canibalismo afectaba únicamente a hombres de otros pueblos. Los aztecas no se comían entre sí.
Al igual que los Mayas, utilizaban en estos rituales a personas que eran prisioneros de guerra, esclavos comprados para este fin e incluso existieron voluntarios, ya que una muerte así aseguraba una feliz vida eterna.
Otro de los rituales era competir en el juego de la pelota. Este juego constaba de dos equipos, que competían en una cancha de altos muros, en cuyos lados había dos argollas de piedra. La idea era hacer pasar una pelota de caucho por esas argollas, golpeándola sólo con las caderas. Existen dos versiones, aquella que dice que los ganadores eran sacrificados y otra que cuenta que los perdedores eran los inmolados.
En cuanto a la sociedad la expansión del imperio Azteca se basó en una serie de guerras de conquista. Su triunfo fue posible gracias al talento de este pueblo para la guerra, y a la valentía y la habilidad de sus hombres para organizar un ejército perfectamente disciplinado. Así, los soldados y guerreros eran importantes dentro de la sociedad, ubicándose en las esferas más altas entre el mejor estatus social, así pues los guerreros se organizaban en dos grupos: guerreros-jaguares (soldados del sol), y guerreros-águila (soldados de Tezcatlipoca), dios del cielo. Entre las armas que utilizaban se encuentra la maza de madera, las flechas y los dardos de puntas de piedra, lanzados por arcos o con un lanzador manual llamado atlatl. Para defenderse usaban una armadura hecha de tela y rellena con algodón (muy eficaz contra las armas locales) y escudos de madera, pero la guerra no sólo tuvo fines expansivos, ya que para la época más tardía de los aztecas, también tuvo carácter ritual. Las llamadas guerras floridas eran encuentros bélicos entre los aztecas y sus vecinos, organizados para conseguir prisioneros para los sacrificios, sin comprometer el territorio.
El pueblo Azteca muy contrariamente a lo que se ha creído no era un imperio en toda la extensión de la palabra. Si bien es cierto que nadie podía desobedecer una orden del Gran Orador o Huey Tlatoani nombre correcto del Emperador Azteca, pues podía ser destituido, como le pasó a Moctezuma durante la invasión española: este fue destituido y puesto en su lugar el joven Guerrero Cuahutemoc.
El hijo del Gran Orador no siempre fue el heredero. Era un Consejo de Sabios muy similar al Senado Romano y quien decidía de manera democrática quien sería el próximo gobernante de Tenochtitlan. En cierto sentido, la elección del Gran Orador era muy similar a la del Emperador Bizantino (curiosamente, estas dos culturas son contemporáneas, terminando la Bizantina años antes del descubrimiento de América). Una vez electo el Gran Orador, era obedecido en todo, debido a que era el representante en la Tierra del dios Huitzilipochtli, además era el jefe del gobierno, el sacerdote principal del Gran Templo.
Este curioso procedimiento de selección se debe, según varios investigadores  basados en leyendas y relatos aztecas, en que el primer gobernante azteca (1376), Acamapichtli, tenía por esposa principal a una mujer llamada Ilancueitl, hija del señor de un pueblo vecino, esta muchacha era estéril, lo cual ocasionó que los nobles aztecas le ofrecieran a sus hijas y que el mismo tomara a sus esclavas como compañeras, esto ocasionó que algunas quedaban embarazadas del Rey Azteca y cada una reclamaba el derecho de llevar en sus entrañas al futuro heredero. Cuando la mayoría de los hijos de Acamapichtli eran ya mayores, un grupo de sacerdotes y grandes guerreros se reunieron por orden del Emperador para decidir, entre todos, quien sería el próximo Gran Orador.
Esto originó al nacimiento del Consejo de Sabios, cuyos miembros serían los mejores guerreros y los más sabios sacerdotes. Su elección era, también, democrática, al ser elegidos estos por sus respectivos calpullis, este procedimiento de selección siguió todo el tiempo que duro el Imperio Azteca.  De esta forma, nunca existió una dinastía (si bien a veces el Gran Orador era pariente cercano del anterior, como fue sobrino Moctezuma de Ahuizotl) de familias aztecas, evitando con esto el añejamiento de la civilización.
El corazón del Imperio “Mexica” fue el calpulli. Aun antes de que existiera el imperio, ya existía uno. Éste se formaba generalmente por parientes o personas con la misma profesión, de esta forma existían calpullis de sacerdotes, guerreros águila, guerreros ocelotes, carpinteros, alfareros, etc. Cada calpulli era una forma de gobierno autónoma, con su propio Orador o gobernante, el cual era elegido por los más ancianos moradores, es así como cada uno de ellos tenía su propia escuela templo y hasta su propia guarnición.
Una costumbre azteca consistía en que el Gran Orador, una vez elegido, dejaba de ser un humano, para convertirse en un dios. De hecho, cada Gran Orador azteca era adorado en el Templo Mayor. El protocolo azteca exigía que nadie podía ver directamente al emperador, ni hablarle o escucharle. Por eso existía el portavoz, era el que transmitía lo dicho por su señor a los lacayos y lo que estos le respondían al emperador, en algunos casos graves el rey hablaba de manera directa con su Consejo.
La sociedad Azteca estaba formada por varias clases:
1-      Nobleza Señores: conformado por príncipes, era hereditario, la cual asistían al Gran consejo.
2-      Plebeyos: podían subir al grado de nobleza.
3-      Sacerdotes, jueces y funcionarios: estaban ligados a la corte y tomaban importantes decisiones políticas, también se dedicaban al culto y a la educación de los nobles.
4-      Comerciantes: Los calpulli estaban agrupados de 20 en 20.
5-      Campesinos y artesanos: cada jefe de calpulli aportaba solados al ejército y asistían al Gran consejo, trabajaban parcelas de tierra y debían protegerla.
Siervos y esclavos: la clase más baja que obedecía a los calpulli, eran propiedad del capturador.
Los aztecas no conocían la moneda, a pesar de lo cual emplearon como un medio similar el grano del cacao, cañones de pluma de ave llenos de oro o navajas en forma de media luna que se labraban con finas hojas de cobre martilleado, como lo hicieron de una forma sistemática, es que se considera que empleaban el trueque en el mercado. Los “jueces” que ocupaban el edificio principal eran los encargados de establecer una especie de valoración de estos productos, con el fin de que el intercambio resultara de lo más equitativo.

Los aztecas destacaron en matemáticas, astrología y la arquitectura. Aunque desconocían la escritura silábica y fonética usaron los ideogramas, con carácter simbólico y pictográfico; habiendo sobrevivido hasta nuestros días unos códices fabricados de piel de venado o fibra de magüey. Utilizaban un calendario, compuesto por 18 meses de 20 días C/U, más cinco días complementarios dedicados a fiestas y sacrificios. También tenían una categoría cronológica superior con ciclos de 52  años (como los ciclos de cuenta larga de los Mayas).
El arte azteca, mayormente de orientación religiosa, fue producto de un sincretismo del arte mesoamericano, es un lenguaje utilizado por la sociedad para transmitir su visión del mundo, reforzando su propia identidad frente a la de las culturas foráneas. De marcado componente político-religioso, el arte azteca se expresa a través de la música y la literatura, pero también de la arquitectura y la escultura, valiéndose para ello de soportes tan variados como los instrumentos musicales, la piedra, la cerámica, el papel o las plumas. La escultura se desarrolló como complemento decorativo de la arquitectura, destacando la estatua de “Xochipilli” y los relieves de la piedra del sol. Dicha piedra del sol es un disco monolítico de basalto alusiva a la cosmogonía Azteca y los cultos solares. Es incorrectamente llamada “Calendario Azteca”.
En arquitectura perfeccionaron la construcción de pirámides engrandeciendo edificios anteriores, como es el caso de la pirámide de Quetzacóalt o de la serpiente emplumada ubicada en Teotihuacán, donde siguieron la superposición escalonada de basamentos macizos, con escaleras exteriores. Este tipo de construcción es conocida como “tipo cebolla”, ya que se construía una capa sobre otra.
La ciudad de Teotihuacán se encontraba en ruinas cuando los aztecas se establecieron como imperio, y éstos se dedicaron a recuperar esta grandiosa ciudad, construyendo sobre las estructuras ya existentes. En esta ciudad se encontraban las pirámides del sol y la luna que forman parte de un gran complejo ceremonial enclavado en el centro de la ciudad, encontrándose la pirámide del sol en la parte sur y la pirámide de la luna en la parte norte, solo separadas por la llamada “calzada de los muertos”. La pirámide del sol estaba consagrada por los Aztecas al dios Tláloc, mientras que en  la pirámide de la luna se le rendía culto a Chalchiutlicue, esposa de Tláloc. En esta misma ciudad se encuentra otra edificación de gran envergadura conocida como la pirámide de la Serpiente Emplumada o de Quetzalcóalt, esta edificación consta de siete cuerpos de talud-tablero, siendo la última la construida por los aztecas.
La mayor construcción realizada por los aztecas fue la gran pirámide de Cholula o Tlachihualtepelt (del Náhuatl “cerro hecho a mano”), que es la construcción más grande hecha por el hombre en la antigüedad, con un volumen de 4.500.000m3. Aunque cuenta con una altura de 65 mts (menos de la mitad que la gran pirámide de Giza), tiene una base de 400 mts por lado lo que la convierte en la edificación de mayor envergadura. También fue construida con capas superpuestas una sobre otra, siendo el producto total de siete pirámides.
En su gran capital Tecnochtitlan, los aztecas construyeron un gran templo llamado el templo mayor que fue el centro absoluto de su vida religiosa. En la cima de este templo piramidal se encontraban dos templos gemelos. Siendo el del lado derecho (sur) consagrado a Huitzilopochtli, donde se puede encontrar el monolito de Coyolxauhqui y el del lado izquierdo (norte) dedicado a Tláloc, donde se encuentra el Chac Mool y a su lado la piedra de los sacrificios. El monolito de Coyolxauhqui muestra a esta diosa lunar descuartizada por su hermano Huitzilopochtli y arrojada montaña abajo, siendo este desmembramiento el patrón de los sacrificios rituales de los guerreros, que luego de sacarles sus corazones, decapitarlos y desmembrarlos, eran arrojados desde el templo por las escalinatas de la pirámide, quizás sobre la gran piedra de Coyolxauhqui.
Otro de los sitios arqueológicos de gran interés es “Xochicalco”, ciudad de gran desarrollo arquitectónico entre los que se incluían el templo de la serpiente emplumada (no confundir con la pirámide del mismo nombre ubicada en Teotihuacán), templos piramidales, palacios, tres canchas para juegos de pelota, temazcales y una inusual fila de altares circulares. Se especula que Xochicalco debió contar con una comunidad de artistas provenientes de varias partes de Mesoamérica, por el gran desarrollo artístico de la ciudad; siendo de especial interés los relieves esculpidos en los lados de algunos edificios. Uno de los principales atractivos de este sitio arqueológico es un observatorio astronómico dentro de una cueva, donde durante el equinoccio los rayos solares la iluminan y la energía solar funciona como rayos X al colocar la mano sobre el haz de luz, ya que se transparenta la carne y se pueden apreciar los huesos de los dedos y el metacarpo tal cual como si se tratase de una radiografía.
Otro de los hallazgos de gran interés de esta ciudad fueron sus drenajes pluviales, que se construyeron con el fin de almacenar agua en cisternas y usarla en el momento en que fuese requerida por la falta de lluvia. Estos drenajes estaban hechos con tubos pre-construidos que se ensamblaban de forma muy similar a los usados hoy en día.
La caída del imperio Azteca que era el más poderoso de América a la llegada de los españoles al continente se empezó a gestar en el año de 1519 cuando el gobernador de Cuba, Diego Velásquez, decidió enviar una expedición a cuyo frente iba Hernán Cortés, quien tras vencer a algunas tribus mayas de Tabasco fundó Villa Rica de la Vera Cruz (actual Veracruz), conquistó Cholula y finalmente se dirigió a Tecnochtitlan. Allí fue recibido amablemente por el monarca azteca Moctezuma, sin embargo Cortés hizo prisionero al emperador en calidad de rehén, aduciendo como excusa el hecho que los indígenas habían atacado la guarnición española en Veracruz.
Diego Velásquez, quien no veía con buenos ojos los éxitos de Cortés, mandó a Pánfilo de Narváez con una nueva expedición. Al saber la noticia Cortés dejó un destacamento en Tecnochtitlan, al mando de Pedro de Alvarado, para ir hacer frente a las tropas de Narváez a las cuales derrotó en Cempoala. Mientras tanto en Tenochtitlan, hubo una sublevación azteca por la crueldad y falta de tacto de Pedro de Alvarado. Cortés, de vuelta a la capital azteca con la incorporación a su ejército de las tropas vencidas, convenció a Moctezuma para que aplacara la multitud; sin embargo el pueblo no quiso escuchar y lapidó al emperador. Esta sublevación estuvo apuntalada por el caudillo Cuathémoc y el 30 de Junio de 1820 se libró la batalla conocida como la “Noche Triste” donde los españoles fueron derrotados y Cortés se vio obligado a escapar, no sin antes sufrir numerosas pérdidas.
Las tropas de Cortés llegaron a la llanura de Otumba, donde eran esperados por más de 100.000 aztecas dispuestos a cerrarles el paso y acabar con la intromisión extranjera en su país, ya que la inferioridad numérica de los españoles era significativa. Sin embargo, Cortés tuvo la gran habilidad de apresar al jefe indígena, lo que provocaría la desbandada general de las tropas aztecas. Con esta resonante victoria, los españoles volvieron a Tecnochtitlan para cercar la ciudad durante 75 días, hasta que finalmente la resistencia indígena cayó derrotada el 13 de Agosto de 1521 a manos del invasor español.
Uno de los aspectos claves en la derrota azteca, sería la alianza realizada por otras tribus mesoamericanas, como los Txaltecas, con los españoles junto a los cuales lucharon contra los aztecas debido a las costumbres crueles y sanguinarias practicadas éstos.

REFLEXIÓN FINAL

El imperio Azteca fue un pueblo eminentemente guerrero, que baso su expansión en conquistas de otros pueblos mesoamericanos para hacer crecer su poderío. Esta expansión que lo convertiría en el imperio más grandioso de Mesoamérica entre los siglos XIV y XVI, se vería frenada con la llegada de los españoles a América. Sin embargo fue el imperio que más le opuso resistencia a los invasores, por lo que su pueblo fue masacrado casi por completo. Por esta razón el gentilicio de esta raza guerrera no sobrevivió hasta nuestros días como es el caso de las otras grandes culturas pre-colombinas, la Inca y la Maya, que al ser conquistados más dócilmente pudo sobrevivir su linaje hasta nuestros días.
Por ser un pueblo guerrero, su legado en arquitectura y las artes es de menor bagaje que el de otras culturas pre-hispánicas, y de hecho sus grandes obras arquitectónicas son atribuidas a pueblos anteriores, sobre los que construían sus propios monumentos. Aunque no hayan dejado un gran legado en arquitectura propia, la fundación y desarrollo de su capital Tecnochtitlan demostró sus grandes conocimientos sobre agricultura e ingeniería. Su sistema de canales que drenaba el lago y utilizaba el agua para sus sembradíos fue un logro de ingeniería asombroso para la época. También desarrollaron un sistema de drenajes para almacenar agua y utilizarla en tiempo de sequia y en donde utilizaban tubería muy parecida a la utilizada actualmente lo que demuestra lo avanzada que se encontraba esta cultura en esta materia.  
En materia política, este imperio cuenta con algunas similitudes con el sistema utilizado en Roma para escoger sus gobernantes. En Roma el senado era el encargado de elegir al gobernante, mientras que en el imperio Azteca había un concejo de sabios que fungía como el encargado de elegir al monarca luego de que el anterior hubiese muerto. Esto marca una diferencia con los otros grandes Imperios pre-colombinos; ya que tanto “el Inca”, como el monarca Maya, eran los sucesores del monarca anterior. En el imperio Azteca aunque el gobernante fuese muchas veces de la misma familia que el monarca anterior, no tenía que ser su hijo específicamente.
Los actos de conquista de esta civilización guerrera le valieron enemigos en toda Mesoamérica, ya que utilizaban a los prisioneros de los pueblos derrotados para realizar sacrificios a sus dioses (lo que permitía el normal funcionamiento del mundo según sus creencias), donde se les sacaba el corazón, eran decapitados y desmembrados. Por estos actos sanguinarios los españoles recibieron ayuda de otros pueblos nativo americanos, que cansados de los actos de barbarie cometidos por los aztecas le enseñaron a los españoles las mayores debilidades del imperio, además de prestarle asesoría a los conquistadores sobre las condiciones del terreno y donde contarían con ventaja para derrotar finalmente a sus opresores. Esto fue clave en la victoria española y tal vez sin la ayuda de estos la conquista se hubiese visto retrasada, ya que los aztecas contaban con ejércitos entrenados que le han podido oponer más resistencia a los españoles.
 

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