Imperio Azteca
Extensión del Imperio Azteca |
El imperio Azteca uno de los
más grandiosos imperios mesoamericanos que solo fue fraguado en 200 años.
Conocidos también como “Mexicas” fue un pueblo guerrero y expansionista que
llegó a crecer vertiginosamente en un corto tiempo. La religión para los aztecas
resultaba de gran importancia, eran politeístas, lo que significa que creían en
muchos dioses y éstos estaban divididos en dos: los dioses del cielo y de la
tierra. Los primeros eran los más antiguos y
entre ellos encontramos los siguientes:
Huitzilopochtli: principal
deidad de los aztecas, dios del sol y de la guerra. El conquistador del medio
día. protector y guía de los aztecas en su migración.
Tezcatlipoca: hacedor
de todas las cosas. Señor del cielo y de la tierra, dios del cielo nocturno y protector
de los jóvenes guerreros.
Quetzalcóatl: dios
del viento y de la fertilidad, “la serpiente emplumada”, de origen
teotihuacano. Estaba vinculado al planeta Venus, estrella de la tarde y al
mundo de los muertos. Es considerado el dios principal del panteón
prehispánico.
Otontecuhtli o Xiuhtecuhtli: dios
del fuego y el más anciano de los dioses aztecas.
Ehecatl: dios
del viento.
Coyolxahuqui: diosa
de la luna, desmembrada por Huitzilopochtli de quien era hermana.
En las divinidades
terrestres encontramos:
Tlazolteotl: diosa
del amor y la lujuria.
Tláloc: dios
tolteca de la lluvia, trueno y rayo que fue adoptado por los aztecas.
Chalchiutlicue: esposa
de Tláloc, tenía poder sobre las aguas.
Xipe Totec: señor
de la primavera, la fertilidad y protector de los orfebres.
Otro de los dioses que
desempeña un papel fundamental en la
historia de los aztecas es Quetzalcoatl (serpiente emplumada), quien según la
tradición había sido desterrado por el dios de la guerra y había de reaparecer
para reconquistar su reino, lo que es importante destacar es que este dios no
era descrito como los indígenas de piel morena, sino de piel clara y con barba.
Sin embargo otras ideas surgen de la
creación del mundo por parte de los aztecas, ya que de acuerdo con la leyenda de los cinco soles,
los hombres y las cosas no fueron creados una sola vez. Los dioses
experimentaron varias ocasiones a fin de dar vida a diversas humanidades
encabezadas por un sol, representante de la propia divinidad creadora, que, por
diferentes motivos, fueron destruidas.
El primero en intentar poblar el mundo
fue Tezcatlipoca, el sol tigre, quien dio forma a unos gigantes que desconocían
la agricultura. Su comportamiento irritó tanto a Tezcatlipoca, que transformado
en tigre se los comió.
Quetzalcóatl, el sol viento, decidió
repoblar el mundo. Hastiado de la altivez y mal agradecimiento de sus
creaturas, envió una gran tormenta que barrió con casi todos ellos, los que se
salvaron quedaron convertidos en monos.
Tlátoc, el sol de la lluvia, volvió a
intentar la fundación, pero nuevamente los hombres se condujeron de mala
manera. Una lluvia de fuego los consumió. Hubo sobrevivientes bajo la forma de
pájaros y mariposas.
Chalchiuhtlicue, el sol del agua, creó
la cuarta humanidad. Un diluvio los tornó en peces. Sólo una pareja, refugiada
en lo alto de un enorme ciprés, escapó al castigo, pero Tezcatlipoca los
transformó en perros.
Quetzalcóatl fue el último creador.
Bajó al mundo de las tinieblas, el mictlán, para robarse los huesos de los
antiguos muertos. La mujer serpiente, Cihuacóatl, los molió y las otras
deidades aportaron su sangre para confeccionar una masa con la que se moldeó el
género humano. Ello ocurrió en Teotihuacán, la inmensa ciudad que en la época
azteca se encontraba en ruinas. Allí, también, dos dioses se arrojaron al fuego
para dar vida al sol y a la luna. Las demás divinidades tuvieron que darles
sangre para que se movieran. Así, de este sacrificio colectivo de las deidades
se forjó la humanidad náhuatl, de la cual los aztecas eran sus últimos
representantes. A ella Quetzalcóatl le regaló el maíz y le enseñó las artes que
les permitieron vivir de un modo completamente distinto al de sus antecesores.
Tezcatlipoca, por su parte les entregó el fuego.
El nacimiento y destrucción de
sucesivas humanidades forjó entre los aztecas un sentido cíclico de la
historia, creyendo que los acontecimientos volvían a repetirse transcurrido un
determinado lapso. Ello se refleja muy bien en las vacilantes actitudes de
Moctezuma II, el monarca que vivía aterrado ante la posibilidad de que el sol
de la quinta humanidad estuviese llegando a su fin, como parecía anunciarlo la
serie de catástrofes recaídas sobre Tenochtitlán poco antes del desembarco
hispano en Veracruz.
Los aztecas consideraban dos
aspectos como los más honorables en su cultura: la primera de ellas caer en una
guerra o ser un sacrificio, ya que de esta manera se continuaba el círculo de
la vida humana, animal y vegetal, es por ello que mucha de su poesía trata de
glorificar a los múltiples dioses de la religión porque la adoración de los mismos era importante y de hecho los
sacerdotes ocupaban un lugar muy alto en esta sociedad.
Para ellos, habían existido
cuatro períodos o soles, en las cuales hubo humanidades anteriores a la propia,
las cuales fueron destruidas de forma catastrófica por acción de algunas
divinidades, estas son:
1-
La época más antigua era conocida como “4
jaguar” y terminó al ser destruida la humanidad por jaguares.
2-
La segunda era se llamó “4 viento” y
terminó cuando Quetzalcóatl arrasó el mundo y convirtió a los hombres en monos.
3-
El tercer sol se llamó “4 lluvia” y finalizó
cuando Tláloc, dios del trueno, aniquiló a los hombres con una lluvia de fuego.
4-
El último período, el cuarto sol, se conoce
como “4 agua” y tuvo su fin con una gran inundación, a la cual sobrevivió solo
un hombre y una mujer.
La era en la cual se
encontraban los aztecas a la llegada de los españoles se denominaba “4 temblor”
de la tierra y sucumbiría durante un inmenso terremoto, en el cual unos
monstruos llegados del occidente matarían a los humanos.
Entre los
ritos más importantes destacan los sacrificios humanos, pues en la creencia azteca, el sol y
la luna (del quinto período) fueron creados por el sacrificio de dos dioses,
quienes fueron arrojados a una fogata encendida en la antigua ciudad de
Teotihuacán, de la cual salieron convertidos en sol y luna. Por esta razón, los
aztecas sentían la obligación de pagar a los dioses por su sacrificio,
entregándoles su alimento “el cuerpo y sangre humana” para vencer la oscuridad.
La sangre empleada en la creación volvía, así, hacia los creadores. Los
sacrificios cumplían, además, otra importante función: dotar de carne a una
población que no disponía de suficientes proteínas animales. Los cronistas
afirman que el cadáver del sacrificado era entregado a la familia del guerrero
que lo había apresado. El canibalismo afectaba únicamente a hombres de otros
pueblos. Los aztecas no se comían entre sí.
Al igual que los Mayas,
utilizaban en estos rituales a personas que eran prisioneros de guerra,
esclavos comprados para este fin e incluso existieron voluntarios, ya que una
muerte así aseguraba una feliz vida eterna.
Otro de los rituales era
competir en el juego de la pelota. Este juego constaba de dos equipos, que
competían en una cancha de altos muros, en cuyos lados había dos argollas de
piedra. La idea era hacer pasar una pelota de caucho por esas argollas,
golpeándola sólo con las caderas. Existen dos versiones, aquella que dice que
los ganadores eran sacrificados y otra que cuenta que los perdedores eran los
inmolados.
En
cuanto a la sociedad la expansión del imperio Azteca se basó
en una serie de guerras de conquista. Su triunfo fue posible gracias al talento
de este pueblo para la guerra, y a la valentía y la habilidad de sus hombres
para organizar un ejército perfectamente disciplinado. Así, los soldados y
guerreros eran importantes dentro de la sociedad, ubicándose en las esferas más
altas entre el mejor estatus social, así pues los guerreros se organizaban en
dos grupos: guerreros-jaguares (soldados del sol), y guerreros-águila (soldados
de Tezcatlipoca), dios del cielo. Entre las armas que utilizaban se encuentra
la maza de madera, las flechas y los dardos de puntas de piedra, lanzados por
arcos o con un lanzador manual llamado atlatl. Para defenderse usaban una
armadura hecha de tela y rellena con algodón (muy eficaz contra las armas
locales) y escudos de madera, pero la guerra no sólo tuvo fines expansivos, ya
que para la época más tardía de los aztecas, también tuvo carácter ritual. Las
llamadas guerras floridas eran encuentros bélicos entre los aztecas y sus
vecinos, organizados para conseguir prisioneros para los sacrificios, sin
comprometer el territorio.
El pueblo Azteca muy
contrariamente a lo que se ha creído no era un imperio en toda la
extensión de la palabra. Si bien es cierto que nadie podía desobedecer una
orden del Gran Orador o Huey Tlatoani nombre correcto del Emperador Azteca,
pues podía ser destituido, como le pasó a Moctezuma durante la invasión
española: este fue destituido y puesto en su lugar el joven Guerrero Cuahutemoc.
El hijo
del Gran Orador no siempre fue el heredero. Era un Consejo de Sabios muy
similar al Senado Romano y quien decidía de manera democrática quien sería el
próximo gobernante de Tenochtitlan.
En cierto sentido, la elección del Gran Orador era muy similar a la del
Emperador Bizantino (curiosamente, estas dos culturas son contemporáneas,
terminando la Bizantina años antes del descubrimiento de América). Una vez
electo el Gran Orador, era obedecido en todo, debido a que era el representante
en la Tierra del dios Huitzilipochtli, además era el jefe del gobierno, el
sacerdote principal del Gran Templo.
Este
curioso procedimiento de selección se debe, según varios investigadores basados en leyendas y relatos aztecas, en que
el primer gobernante azteca (1376), Acamapichtli, tenía por esposa principal a
una mujer llamada Ilancueitl, hija del señor de un pueblo vecino, esta muchacha
era estéril, lo cual ocasionó que los nobles aztecas le
ofrecieran a sus hijas y que el mismo tomara a sus esclavas como compañeras,
esto ocasionó que algunas quedaban embarazadas del Rey Azteca y cada una
reclamaba el derecho de llevar en sus entrañas al futuro heredero. Cuando la
mayoría de los hijos de Acamapichtli eran ya mayores, un grupo de sacerdotes y
grandes guerreros se reunieron por orden del Emperador para decidir, entre
todos, quien sería el próximo Gran Orador.
Esto originó al nacimiento del Consejo
de Sabios, cuyos miembros serían los mejores guerreros y los más sabios
sacerdotes. Su elección era, también, democrática, al ser elegidos estos por
sus respectivos calpullis, este procedimiento de selección siguió todo el
tiempo que duro el Imperio Azteca. De esta forma, nunca existió una dinastía (si
bien a veces el Gran Orador era pariente cercano del anterior, como fue sobrino
Moctezuma de Ahuizotl) de familias aztecas, evitando con esto el añejamiento de
la civilización.
El corazón del Imperio “Mexica” fue el
calpulli. Aun antes de que existiera el imperio, ya existía uno. Éste se
formaba generalmente por parientes o personas con la misma profesión, de esta
forma existían calpullis de sacerdotes, guerreros águila, guerreros ocelotes,
carpinteros, alfareros, etc. Cada calpulli era una forma de gobierno autónoma,
con su propio Orador o gobernante, el cual era elegido por los más ancianos
moradores, es así como cada uno de ellos tenía su propia escuela templo y hasta
su propia guarnición.
Una
costumbre azteca consistía en que el Gran Orador, una vez elegido, dejaba de
ser un humano, para convertirse en un dios. De hecho, cada Gran Orador azteca
era adorado en el Templo Mayor. El protocolo azteca exigía que nadie podía ver
directamente al emperador, ni hablarle o escucharle. Por eso existía el
portavoz, era el que transmitía lo dicho por su señor a los lacayos y lo que
estos le respondían al emperador, en algunos casos graves el rey hablaba de
manera directa con su Consejo.
La sociedad Azteca estaba formada por
varias clases:
1-
Nobleza
Señores: conformado por príncipes, era hereditario, la cual asistían al Gran
consejo.
2-
Plebeyos: podían
subir al grado de nobleza.
3-
Sacerdotes,
jueces y funcionarios: estaban ligados a la corte y tomaban
importantes decisiones políticas, también se dedicaban al culto y a la
educación de los nobles.
4-
Comerciantes:
Los
calpulli estaban agrupados de 20 en 20.
5-
Campesinos
y artesanos: cada jefe de calpulli aportaba solados
al ejército y asistían al Gran consejo, trabajaban parcelas de tierra y debían
protegerla.
Siervos
y esclavos: la clase
más baja que obedecía a los calpulli, eran propiedad del capturador.
Los aztecas no conocían la moneda, a pesar de lo cual
emplearon como un medio similar el grano del cacao, cañones de pluma de ave
llenos de oro o navajas en forma de media luna que se labraban con finas hojas
de cobre martilleado, como lo hicieron de una forma sistemática, es que se
considera que empleaban el trueque en el mercado. Los “jueces” que ocupaban el
edificio principal eran los encargados de establecer una especie de valoración
de estos productos, con el fin de que el intercambio resultara de lo más
equitativo.
Los aztecas destacaron en
matemáticas, astrología y la arquitectura. Aunque desconocían la escritura
silábica y fonética usaron los ideogramas, con carácter simbólico y
pictográfico; habiendo sobrevivido hasta nuestros días unos códices fabricados
de piel de venado o fibra de magüey. Utilizaban un calendario, compuesto por 18
meses de 20 días C/U, más cinco días complementarios dedicados a fiestas y
sacrificios. También tenían una categoría cronológica superior con ciclos de 52 años (como los ciclos de cuenta larga de los
Mayas).
El arte azteca, mayormente de orientación religiosa, fue producto
de un sincretismo del arte mesoamericano, es un lenguaje utilizado por
la sociedad para transmitir su visión del mundo, reforzando su propia identidad
frente a la de las culturas foráneas. De marcado componente político-religioso,
el arte azteca se expresa a través de la música y la literatura, pero también
de la arquitectura y la escultura, valiéndose para ello de soportes tan
variados como los instrumentos musicales, la piedra, la cerámica, el papel o
las plumas. La escultura se desarrolló como complemento decorativo de la
arquitectura, destacando la estatua de “Xochipilli” y los relieves de la piedra
del sol. Dicha piedra del sol es un disco monolítico de basalto alusiva a la
cosmogonía Azteca y los cultos solares. Es incorrectamente llamada “Calendario
Azteca”.
En
arquitectura perfeccionaron la construcción de pirámides engrandeciendo
edificios anteriores, como es el caso de la pirámide de Quetzacóalt o de la
serpiente emplumada ubicada en Teotihuacán, donde siguieron la superposición
escalonada de basamentos macizos, con escaleras exteriores. Este tipo de
construcción es conocida como “tipo cebolla”, ya que se construía una capa
sobre otra.
La
ciudad de Teotihuacán se encontraba en ruinas cuando los aztecas se
establecieron como imperio, y éstos se dedicaron a recuperar esta grandiosa
ciudad, construyendo sobre las estructuras ya existentes. En esta ciudad se
encontraban las pirámides del sol y la luna que forman parte de un gran
complejo ceremonial enclavado en el centro de la ciudad, encontrándose la
pirámide del sol en la parte sur y la pirámide de la luna en la parte norte,
solo separadas por la llamada “calzada de los muertos”. La pirámide del sol
estaba consagrada por los Aztecas al dios Tláloc, mientras que en la pirámide de la luna se le rendía culto a
Chalchiutlicue, esposa de Tláloc. En esta misma ciudad se encuentra otra
edificación de gran envergadura conocida como la pirámide de la Serpiente
Emplumada o de Quetzalcóalt, esta edificación consta de siete cuerpos de
talud-tablero, siendo la última la construida por los aztecas.
La mayor
construcción realizada por los aztecas fue la gran pirámide de Cholula o
Tlachihualtepelt (del Náhuatl “cerro hecho a mano”), que es la construcción más
grande hecha por el hombre en la antigüedad, con un volumen de 4.500.000m3.
Aunque cuenta con una altura de 65 mts (menos de la mitad que la gran pirámide
de Giza), tiene una base de 400 mts por lado lo que la convierte en la
edificación de mayor envergadura. También fue construida con capas superpuestas
una sobre otra, siendo el producto total de siete pirámides.
En su
gran capital Tecnochtitlan, los aztecas construyeron un gran templo llamado el
templo mayor que fue el centro absoluto de su vida religiosa. En la cima de
este templo piramidal se encontraban dos templos gemelos. Siendo el del lado
derecho (sur) consagrado a Huitzilopochtli, donde se puede encontrar el
monolito de Coyolxauhqui y el del lado izquierdo (norte) dedicado a Tláloc,
donde se encuentra el Chac Mool y a su lado la piedra de los sacrificios. El
monolito de Coyolxauhqui muestra a esta diosa lunar descuartizada por su
hermano Huitzilopochtli y arrojada montaña abajo, siendo este desmembramiento
el patrón de los sacrificios rituales de los guerreros, que luego de sacarles
sus corazones, decapitarlos y desmembrarlos, eran arrojados desde el templo por
las escalinatas de la pirámide, quizás sobre la gran piedra de Coyolxauhqui.
Otro de
los sitios arqueológicos de gran interés es “Xochicalco”, ciudad de gran
desarrollo arquitectónico entre los que se incluían el templo de la serpiente
emplumada (no confundir con la pirámide del mismo nombre ubicada en
Teotihuacán), templos piramidales, palacios, tres canchas para juegos de
pelota, temazcales y una inusual fila de altares circulares. Se especula que
Xochicalco debió contar con una comunidad de artistas provenientes de varias
partes de Mesoamérica, por el gran desarrollo artístico de la ciudad; siendo de
especial interés los relieves esculpidos en los lados de algunos edificios. Uno
de los principales atractivos de este sitio arqueológico es un observatorio
astronómico dentro de una cueva, donde durante el equinoccio los rayos solares
la iluminan y la energía solar funciona como rayos X al colocar la mano sobre
el haz de luz, ya que se transparenta la carne y se pueden apreciar los huesos
de los dedos y el metacarpo tal cual como si se tratase de una radiografía.
Otro de
los hallazgos de gran interés de esta ciudad fueron sus drenajes pluviales, que
se construyeron con el fin de almacenar agua en cisternas y usarla en el
momento en que fuese requerida por la falta de lluvia. Estos drenajes estaban
hechos con tubos pre-construidos que se ensamblaban de forma muy similar a los
usados hoy en día.
La caída
del imperio Azteca que era el más poderoso de América a la llegada de los
españoles al continente se empezó a gestar en el año de 1519 cuando el
gobernador de Cuba, Diego Velásquez, decidió enviar una expedición a cuyo
frente iba Hernán Cortés, quien tras vencer a algunas tribus mayas de Tabasco
fundó Villa Rica de la Vera Cruz (actual Veracruz), conquistó Cholula y
finalmente se dirigió a Tecnochtitlan. Allí fue recibido amablemente por el
monarca azteca Moctezuma, sin embargo Cortés hizo prisionero al emperador en
calidad de rehén, aduciendo como excusa el hecho que los indígenas habían
atacado la guarnición española en Veracruz.
Diego
Velásquez, quien no veía con buenos ojos los éxitos de Cortés, mandó a Pánfilo
de Narváez con una nueva expedición. Al saber la noticia Cortés dejó un
destacamento en Tecnochtitlan, al mando de Pedro de Alvarado, para ir hacer
frente a las tropas de Narváez a las cuales derrotó en Cempoala. Mientras tanto
en Tenochtitlan, hubo una sublevación azteca por la crueldad y falta de tacto
de Pedro de Alvarado. Cortés, de vuelta a la capital azteca con la
incorporación a su ejército de las tropas vencidas, convenció a Moctezuma para
que aplacara la multitud; sin embargo el pueblo no quiso escuchar y lapidó al
emperador. Esta sublevación estuvo apuntalada por el caudillo Cuathémoc y el 30
de Junio de 1820 se libró la batalla conocida como la “Noche Triste” donde los
españoles fueron derrotados y Cortés se vio obligado a escapar, no sin antes
sufrir numerosas pérdidas.
Las
tropas de Cortés llegaron a la llanura de Otumba, donde eran esperados por más
de 100.000 aztecas dispuestos a cerrarles el paso y acabar con la intromisión
extranjera en su país, ya que la inferioridad numérica de los españoles era
significativa. Sin embargo, Cortés tuvo la gran habilidad de apresar al jefe
indígena, lo que provocaría la desbandada general de las tropas aztecas. Con
esta resonante victoria, los españoles volvieron a Tecnochtitlan para cercar la
ciudad durante 75 días, hasta que finalmente la resistencia indígena cayó
derrotada el 13 de Agosto de 1521 a manos del invasor español.
Uno de
los aspectos claves en la derrota azteca, sería la alianza realizada por otras
tribus mesoamericanas, como los Txaltecas, con los españoles junto a los cuales
lucharon contra los aztecas debido a las costumbres crueles y sanguinarias
practicadas éstos.
REFLEXIÓN FINAL
El
imperio Azteca fue un pueblo eminentemente guerrero, que baso su expansión en
conquistas de otros pueblos mesoamericanos para hacer crecer su poderío. Esta
expansión que lo convertiría en el imperio más grandioso de Mesoamérica entre
los siglos XIV y XVI, se vería frenada con la llegada de los españoles a
América. Sin embargo fue el imperio que más le opuso resistencia a los
invasores, por lo que su pueblo fue masacrado casi por completo. Por esta razón
el gentilicio de esta raza guerrera no sobrevivió hasta nuestros días como es
el caso de las otras grandes culturas pre-colombinas, la Inca y la Maya, que al
ser conquistados más dócilmente pudo sobrevivir su linaje hasta nuestros días.
Por ser
un pueblo guerrero, su legado en arquitectura y las artes es de menor bagaje
que el de otras culturas pre-hispánicas, y de hecho sus grandes obras
arquitectónicas son atribuidas a pueblos anteriores, sobre los que construían
sus propios monumentos. Aunque no hayan dejado un gran legado en arquitectura
propia, la fundación y desarrollo de su capital Tecnochtitlan demostró sus
grandes conocimientos sobre agricultura e ingeniería. Su sistema de canales que
drenaba el lago y utilizaba el agua para sus sembradíos fue un logro de
ingeniería asombroso para la época. También desarrollaron un sistema de
drenajes para almacenar agua y utilizarla en tiempo de sequia y en donde
utilizaban tubería muy parecida a la utilizada actualmente lo que demuestra lo
avanzada que se encontraba esta cultura en esta materia.
En
materia política, este imperio cuenta con algunas similitudes con el sistema
utilizado en Roma para escoger sus gobernantes. En Roma el senado era el
encargado de elegir al gobernante, mientras que en el imperio Azteca había un
concejo de sabios que fungía como el encargado de elegir al monarca luego de
que el anterior hubiese muerto. Esto marca una diferencia con los otros grandes
Imperios pre-colombinos; ya que tanto “el Inca”, como el monarca Maya, eran los
sucesores del monarca anterior. En el imperio Azteca aunque el gobernante fuese
muchas veces de la misma familia que el monarca anterior, no tenía que ser su
hijo específicamente.
Los
actos de conquista de esta civilización guerrera le valieron enemigos en toda
Mesoamérica, ya que utilizaban a los prisioneros de los pueblos derrotados para
realizar sacrificios a sus dioses (lo que permitía el normal funcionamiento del
mundo según sus creencias), donde se les sacaba el corazón, eran decapitados y
desmembrados. Por estos actos sanguinarios los españoles recibieron ayuda de
otros pueblos nativo americanos, que cansados de los actos de barbarie cometidos
por los aztecas le enseñaron a los españoles las mayores debilidades del
imperio, además de prestarle asesoría a los conquistadores sobre las
condiciones del terreno y donde contarían con ventaja para derrotar finalmente
a sus opresores. Esto fue clave en la victoria española y tal vez sin la ayuda
de estos la conquista se hubiese visto retrasada, ya que los aztecas contaban
con ejércitos entrenados que le han podido oponer más resistencia a los
españoles.
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